El mundo de la motocicleta nunca ha sido exclusivo del género masculino

Historias / hace 1887 dias

Muy lejos de lo que muchos puedan pensar, el mundo de la motocicleta nunca ha sido exclusivo del género masculino. Es verdad que algunas de las mujeres pioneras han tenido que convivir con un mundo, a menudo machista, que les ha puesto infinidad de obstáculos. Pero realmente, las mujeres siempre han estado presente en el mundo de la moto desde muy temprano, prácticamente desde que la compañía británica Royal Enfield pusiera motor a una de sus bicicletas (1901).

 

En un intento de cambiar la idea sobre la participación de la mujer en la cultura de la moto, ellas mismas han dejado constancia de la larga trayectoria que han venido realizando al respecto, como es el caso de Dot Robinson, considerada como “Primera Dama del Motociclismo” por sus logros competitivos (con solo 18 años ganó su primer trofeo en la prueba de resistencia de las 100 millas de Flint, y con 28 fue la primera mujer en ganar una prueba de la AMA), la American MotorcycleAssociation.

 

 

Otra de la pioneras fue BessieStringfield, que con apenas 16 años comenzaba su andadura sobre una motocicleta,Indian Scout, y en los años 30 y 40 se cruzó los Estados Unidos en solitario por ocho rutas distintas.Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó como correo motorizado civil para el ejército, siendo la única mujer de su unidad. En la década de los 50, se trasladó a Miami donde fundó el IronHorseMotorcycle Club. Allí se la llegó a conocer como «la Reina de las Motos de Miami» y también como «la Reina Negra de las Motocicletas»

 

Una mujer que, por el color de su piel, fue derribada de su moto en más de una ocasión. Una persona a la que, por su condición de mujer, se le denegó el premio en metálico de la carrera que ganó en 1953, y en la que participó disfrazada de hombre. Siempre padeció de problemas cardiacos, algo que no le impidió montar en moto, si bien siempre desoyó los consejos de sus médicos que le desaconsejaban montar en su Harley Davinson, y a los que siempre respondió que “Si dejo de montar en moto, entonces dejo de vivir”.

 

 

Los obstáculos que han tenido que salvar las mujeres, no han sido pocos, como es el caso de Sally Halterman, que tuvo que luchar para obtener el carnet de moto.Si en 1900 Anne French fue la primera mujer a la que se le concedió permiso de conducir automóviles, fueron 37 años después cuando en Washington D.C, Sally Halterman obtuviese el primer carnet para pilotar motocicletas que se expidió en los Estados Unidos. 

 

Llevaba al manillar de una motocicleta desde 1928, siempre sin permiso de conducción, como otras tantas mujeres en Norteamérica, pero un día decidió que el paso necesario para obtenerlo. Primero la dijeron que era muy joven, luego que era muy liviana. Pasó con holgura todas las pruebas teóricas, pero se negaron a que realizase las pruebas prácticas. El policía encargado de examinarla se negó a subirse en el sidecar con ella, por miedo a que diesen con sus huesos en la calzada. Pero Halterman hizo el examen práctico. Vaya que si lo hizo y obtuvo su carnet para conducir motocicletas.

 

 

En 1904 nacía la reina del dirttrack, Fay Taylor, una irlandesa que llegaría a seruno de los pilotos más famosos del circuito internacional de velocidad. El deporte se había creado en la década de los 10 pero, en pocos años, se hizo enormemente popular por toda la Commonwealth, especialmente Inglaterra, Nueva Zelanda y Australia, su país de nacimiento.

 

Era tal su impacto que a los circuitos, habitualmente de tierra o ceniza, se congregaban entre mil y tres mil espectadores. Hasta que llegaron los años 20 y apareció ‘Flying’ FayTaylour.

 

Taylour compitió en decenas de carreras por todo el mundo y ganó un buen número de ellas. Su destreza en el manillar acabó siendo el principal reclamo y atracción de las pruebas en dirttrack, hasta el punto de que llegó a convocar a públicos de más de 20.000 personas.En 1930, en una entrevista concedida para la prensa australiana, dijo:  “Quizá las carreras en pista de tierra sean esencialmente para hombres, porque son más fuertes y resisten mejor la inercia, pero no creo que tengan que ser un tabú para cualquier mujer que quiera demostrarse capaz de afrontarlas”.

 

 

DellaCrewe, fue otra de las mujeres que ha dejado constancia, era una joven texana que un 24 de junio de 1915, se subió a su moto, llenó el sidecar con sesenta kilos de equipaje y junto con su perro, salió de su Waco natal con el objetivo de llegar hasta Nueva York.

 

El viaje no fue lo que se dice un camino asfaltado. Precisamente porque, en 1915, la mayoría de las carreteras ni siquiera tenían asfalto. A lo largo de más de seis meses, la Harley subió montañas y bajó colinas, sus ruedas quedaron entrampadas en el barro lluvioso de las pistas del Medio Oeste, el perro sufrió una infección bucal cerca de Indiana y a ambos les pilló una formidable tormenta de nieve que les retuvo durante varios días en una granja de Ohio.

 

Tras 8.655 kilómetros entre Waco y Nueva York, declaró ante una pequeña multitud que se congregó para recibirla, “Mi salud es perfecta y mi deseo de seguir adelante es más fuerte que nunca”.

 

 

Hoy en día nos parece normal ver a las mujeres montando en moto por nuestras carreteras, pero llegar a esta normalidad fueron necesarias muchas mujeres luchadoras y reivindicadoras de sus derechos. Muchas mujeres con el valor de la británica Lady Warren, que en 1921 condujo en solitario por el Sahara o como el de las hermanas Augusta yAdeline Van Buren, que recorrieron 5.500 millas en tan solo 60 días por las azarosas carreteras de 1916,o quizás el de Zenobia Camprubí, que condujo la moto de Juan Ramón Jiménez por la España republicana.

 

No queda duda de que las mujeres siempre han estado presentes y muy presentes en el mundo de la motocicleta. Pilotaban en carreras y no podían obtener el permiso de conducir. Manejaban motocicletas años antes de que les estuviese permitido votar, pero siempre luchando por el deseo de montar en moto.

 

¿Sabías qué?

Rodamos a merced del viento, del frio y la lluvia, una decisión que tiene que tener forzosamente un matiz de locura... ¡Bendita locura!